Comparto, junto a Rosa Montero y muchos otros habitantes de ahora, antes y, seguramente, después, curiosos de la tierra, la obsesión por las casualidades.
Me encanta decir: "¡Qué casualidad!"
Ver estas dos imágenes en la mesa, como si cada uno desde ámbitos tan distintos, tuvieran el poder, la necesidad o la magia, de ir a juntarse.
Es lo mismo. Otros no le dedicarán ni un pensamiento, aunque la posibilidad de "esa concreta casualidad" sea de una entre un millón.
Yo prefiero pensar en que algo como la armonía existe. Y el aleteo de una mariposa puede repercutir en la otra parte del mundo. Quizá solo sea para no sentirnos tan "solos"...
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1 comentario:
Pues mira, no sé si casualidades o causalidades... pero esa armonía ahí está para quien sabe verla, claro.
:)
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