Es broma, por supuesto (por si alguien se lo toma en serio)
Pero realmente me siento renacer al salir a la calle, notar el fresquito de la mañana (que me encanta mucho más que el calor que tantos partidarios tiene), oír los primeros cantos de pájaros y oler a pan, (pan de verdad y no de estos congelados industriales) recién hecho.
Por mucho folletito que me regalen en el super de la innumerable cantidad de panes que ellos saben hacer, que después de varias páginas de nombres diversos y explicaciones... te das cuenta que información no tiene nada (más bien desinformación) no podrán nunca competir con el verdadero panadero. El que se levanta tan temprano que parece que no madruga sino que trasnocha, para meter sus masas blandas en el horno trasformador.
Aquí, en la zona, tenemos la suerte además de contar con barios hornos de leña (de los de toda la vida)
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