A veces se me olvida
que los pastos
no están allí
para que yo disfrute
de sus cambiantes tonos
O de la brisa
meciendo sus recién nacidos
tallos)
y convirtiénloslos en olas,
mas tarde, de secos mares
O escuchando los secretos
que cuentan sus espigas
al entrechocarse
O su mágico roce,
mi goce.
A veces
se me olvida
que el mundo
no está hecho
para mi disfrute
que, quien sembró
ese campo,
no lo hizo
para mi.
No dejan, por eso, de ser
los mejores momentos
de mi efímera
existencia.
***
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