Hoy Oroel ha amanecido despejado (tantos días de nubes y brumas acaban dándote la sensación de que se te meten en el alma) En cambio, desde el interior de la piscina, aparecía nuevamente entre vahos (vuelve a estar estropeada la refrigeración, y eso que es nueva) Siempre me he sentido una privilegiada por poder nadar, en invierno y en verano, en mi propia ciudad. Pero hacerlo ahora contemplando la peña Oroel me parece un puro lujo.
"Nada es verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira".
Hoy me siento una estafadora. No por nada especial, no he estafado a nadie, ni he mentido, ni he engañado... Solo es que a veces me da por pensar en mis defectos. Y descubro un pasado en el que siempre me veo tomando atajos (sobretodo en mi vida académica), eludiendo responsabilidades y mintiendo solo para no tener que dar explicaciones...
No me importa confesar ahora que nunca llegué a sacarme el graduado escolar. Estudié durante el verano el par de asignaturas que me quedaron para septiembre en octavo de E.G.B. ("-No mamá, no necesito clases particulares, yo me arreglo") Y el día del examen me quedé en blanco. Al recibir las notas no paraba de llorar. Un profesor con fama de mala leche, Don Julio, pero de los pocos que se preocupaban, de verdad, por los alumnos pasaba por allí y me dio un consejo que le tengo que agradecer algún día, que cambio mi vida:
"-No repitas, puede que entonces falles en mi asignatura (historia) Ves mejor a F.P. y siempre puedes seguir estudiando en el instituto, si es lo que quieres, cuando saques el primer grado, te convalidan muchas asignaturas..."
A mí que no se me había pasado por la cabeza otra cosa que ir al instituto (aunque se me daba mal, me gustaba estudiar) y que las cuentas eran lo que más odiaba (el único F.P. era Administrativo) me pareció una idea horrible. Pero allí me fui con mi madre. Era un colegio de monjas "Santa Ana", casi en exclusiva de chicas, y en el que ya había estudiado mi hermana mayor, haciendo trabajos para pagarse las clases...
Pero aquí llegó el segundo golpe de suerte. No había plazas.
Así que la única alternativa que me quedaba a repetir era ir a la ciudad próxima de Sabiñánigo, una ciudad industrial a 18 Km. de Jaca.
Allí conocí realmente la vida. Fue como abrir una ventana. El trato de la gente en una ciudad industrial era mucho más de tú a tú. Aunque yo había ido a colegio público, se notaban las diferenciaciones de clase en muchos aspectos. Pero sobretodo conocí al que ha sido, hasta ahora, el mejor maestro que he tenido: Severino Payaruelo, que también daba Historia, curiosamente, con el que llegue a sacar varios dieces ( y eso que era muy exigente) Fuera de las aulas aprendí a picarme clases y hacer autostop para volver a mi casa. Probé por primera vez una cerveza (que no me gusto, como es normal) y encontré a mi primer "noviete". Un chico malo que fumaba porros, me llevaba a nadar desnudos en el río, que me enseñó a besar con los ojos abiertos y que, afortunadamente, se fue a trabajar a Canarias. Nos escribimos algunas cartas pero más como amigos que con verdaderos sentimientos. Recuerdo como me cantaba al oído. Cantaba muy bien.
Pero lo que yo pretendía era hacer un repaso a mi vida académica. Los recuerdos se me entremezclan.
Acabé haciendo lo que me dijo Don Julio. Después de tres años (tuve que repetir a pesar de los 10 en Historia) con el importante título de "Auxiliar Técnico Administratívo" Me pasé al instituto "Domingo Miral" de Jaca. Con dos asignaturas de primero que tuve que hacer porque no había dado ni Música ni Ciencias Naturales en FP, pasé directamente a 2º de BUP, coincidiendo con mi hermana pequeña, de la que entré a formar parte de su pandilla de amigas, que conservo hasta la actulidad.
Fue duro. Me esforcé, pero por lo visto no lo bastante. Al siguiente año pasé al IBAD (instituto de Bachillerato a Distancia) y empecé a trabajar en hostelería. Y aunque desde entonces siempre he estudiado una u otra cosa, me parece que siempre cojo atajos. Hace cuatro años, embarazada de mi segunda hija me apunté al curso de acceso a la universidad para mayores de 25. El siguiente año logré sacar el acceso y empecé ciencias políticas (siempre recordaré un correo mío que leyó Iñaki Gabilondo con los propósitos para el año nuevo en el que yo decía: "volver a pasar por exámenes" y él dijo que: "tenía mucho coraje") Pero supongo que me faltó motivación. El año pasado estuve a punto de matricularme en Psicología. Y el año próximo estoy pensando seriamente en Ciencias Ambientales. Nunca me interesaron los títulos. Yo quiero los conocimientos. Pero la universidad se parece cada vez una septa en la que parece que compras títulos (hoy no basta el título que tiene "cualquiera", yo no) Master o relaciones que necesitarás en el futuro... (lo que toda la vida se han llamado "enchufes", y que todos aceptamos sin rechistar)
Bueno, después de escribirlo, creo que los "atajos" que he ido cogiendo en la vida tampoco son tan malos... Y me han enseñado mucho más que si hubiese elegido el mismo camino que todos los demás. Al fin y al cabo, que es la vida sino el camino que cada uno va eligiendo y recorriendo, aprendiendo siempre. Y, ya se sabe que, lo que más enseña en la vida es caer, levantarse y preguntarse porque.
Hoy me siento una estafadora. No por nada especial, no he estafado a nadie, ni he mentido, ni he engañado... Solo es que a veces me da por pensar en mis defectos. Y descubro un pasado en el que siempre me veo tomando atajos (sobretodo en mi vida académica), eludiendo responsabilidades y mintiendo solo para no tener que dar explicaciones...
No me importa confesar ahora que nunca llegué a sacarme el graduado escolar. Estudié durante el verano el par de asignaturas que me quedaron para septiembre en octavo de E.G.B. ("-No mamá, no necesito clases particulares, yo me arreglo") Y el día del examen me quedé en blanco. Al recibir las notas no paraba de llorar. Un profesor con fama de mala leche, Don Julio, pero de los pocos que se preocupaban, de verdad, por los alumnos pasaba por allí y me dio un consejo que le tengo que agradecer algún día, que cambio mi vida:
"-No repitas, puede que entonces falles en mi asignatura (historia) Ves mejor a F.P. y siempre puedes seguir estudiando en el instituto, si es lo que quieres, cuando saques el primer grado, te convalidan muchas asignaturas..."
A mí que no se me había pasado por la cabeza otra cosa que ir al instituto (aunque se me daba mal, me gustaba estudiar) y que las cuentas eran lo que más odiaba (el único F.P. era Administrativo) me pareció una idea horrible. Pero allí me fui con mi madre. Era un colegio de monjas "Santa Ana", casi en exclusiva de chicas, y en el que ya había estudiado mi hermana mayor, haciendo trabajos para pagarse las clases...
Pero aquí llegó el segundo golpe de suerte. No había plazas.
Así que la única alternativa que me quedaba a repetir era ir a la ciudad próxima de Sabiñánigo, una ciudad industrial a 18 Km. de Jaca.
Allí conocí realmente la vida. Fue como abrir una ventana. El trato de la gente en una ciudad industrial era mucho más de tú a tú. Aunque yo había ido a colegio público, se notaban las diferenciaciones de clase en muchos aspectos. Pero sobretodo conocí al que ha sido, hasta ahora, el mejor maestro que he tenido: Severino Payaruelo, que también daba Historia, curiosamente, con el que llegue a sacar varios dieces ( y eso que era muy exigente) Fuera de las aulas aprendí a picarme clases y hacer autostop para volver a mi casa. Probé por primera vez una cerveza (que no me gusto, como es normal) y encontré a mi primer "noviete". Un chico malo que fumaba porros, me llevaba a nadar desnudos en el río, que me enseñó a besar con los ojos abiertos y que, afortunadamente, se fue a trabajar a Canarias. Nos escribimos algunas cartas pero más como amigos que con verdaderos sentimientos. Recuerdo como me cantaba al oído. Cantaba muy bien.
Pero lo que yo pretendía era hacer un repaso a mi vida académica. Los recuerdos se me entremezclan.
Acabé haciendo lo que me dijo Don Julio. Después de tres años (tuve que repetir a pesar de los 10 en Historia) con el importante título de "Auxiliar Técnico Administratívo" Me pasé al instituto "Domingo Miral" de Jaca. Con dos asignaturas de primero que tuve que hacer porque no había dado ni Música ni Ciencias Naturales en FP, pasé directamente a 2º de BUP, coincidiendo con mi hermana pequeña, de la que entré a formar parte de su pandilla de amigas, que conservo hasta la actulidad.
Fue duro. Me esforcé, pero por lo visto no lo bastante. Al siguiente año pasé al IBAD (instituto de Bachillerato a Distancia) y empecé a trabajar en hostelería. Y aunque desde entonces siempre he estudiado una u otra cosa, me parece que siempre cojo atajos. Hace cuatro años, embarazada de mi segunda hija me apunté al curso de acceso a la universidad para mayores de 25. El siguiente año logré sacar el acceso y empecé ciencias políticas (siempre recordaré un correo mío que leyó Iñaki Gabilondo con los propósitos para el año nuevo en el que yo decía: "volver a pasar por exámenes" y él dijo que: "tenía mucho coraje") Pero supongo que me faltó motivación. El año pasado estuve a punto de matricularme en Psicología. Y el año próximo estoy pensando seriamente en Ciencias Ambientales. Nunca me interesaron los títulos. Yo quiero los conocimientos. Pero la universidad se parece cada vez una septa en la que parece que compras títulos (hoy no basta el título que tiene "cualquiera", yo no) Master o relaciones que necesitarás en el futuro... (lo que toda la vida se han llamado "enchufes", y que todos aceptamos sin rechistar)
Bueno, después de escribirlo, creo que los "atajos" que he ido cogiendo en la vida tampoco son tan malos... Y me han enseñado mucho más que si hubiese elegido el mismo camino que todos los demás. Al fin y al cabo, que es la vida sino el camino que cada uno va eligiendo y recorriendo, aprendiendo siempre. Y, ya se sabe que, lo que más enseña en la vida es caer, levantarse y preguntarse porque.



2 comentarios:
Eres una muchachita "todo terreno", "lo mismo vales para un roto que para un descosido". Son expresiones dirigidas a esa mujer versátil que tú eres. Como has aprendido tanto y sabes escribir dá gusto leerte.
Presentía que eras una mujer hecha a tí misma y con las ideas bastante claras, aunque, en ocasiones, dudas. Esto es bueno.
He cometido un gran error al decir que las cartas que nos mandamos con mi primer noviete eran "más como amigos, que con verdaderos sentimientos" Cuando lo que yo opino es que la amistad es uno de los mayores sentimientos porque no lleva consigo ningún tipo de dependencia mutua.
Y, barruntador "solo sé que no sé nada" Pero gracias por tus pálabras
Publicar un comentario