miércoles, 4 de noviembre de 2009

Sobre la tristeza, la de los demas


Nunca he sabido reaccionar ante la tristeza de los demás. De niña ya me quedaba al lado del amig@ triste pero sin hablar.
Ahora creo no ser tan solidaria. La tristeza me aleja de los demás. Es un reflejo de supervivencia que tomo tras comprobar hasta que punto esa sensación se puede "contagiar". Me inundo yo del mismo negro pensamiento y no me lo puedo quitar de encima.
En una persona que ha pasado épocas arrastrando los pies "no más" por el suelo ver a alguien triste, con esa tristeza que inunda el alma, es recordarse de nuevo en el pozo que solo se ve negro alrededor y ninguna luz al fondo.
Aun con todo intento superar esta reacción instintiva y acercarme al amigo triste. Ese al que todo lo que digas caerá en saco roto porque solo él con sus medios puede salir de su pozo.
Así que me quedo a su lado callada como cuando era niña, o le hago saber que estoy allí para lo que necesite, le escribo una carta que es lo que mejor se me da... y luego me alejo.
Es triste, es la tristeza.

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