jueves, 8 de julio de 2010

Flores no cultivadas ¿mala hierba? o ¿belleza solo para mis ojos?


Justo cuando pienso que las praderas al lado de mi casa están preciosas, recubiertas de toda clase de flores silvestres como estas amapolas que sobreviven en el último tramo que le queda al cortacesped por pasar. Pero hay muchas más: margaritas, verónicas, achicorias, malvas, todo un mundo de crucíferas amarillas que aun no me he logrado aprender... y por supuesto, los dientes de león y las flores del trébol (si vas por la montaña puedes comer regaliz si te fijas en un trébol mas oscuro. La raíz es rica, rica)
En fin, lo bueno de ellas es que volverán a salir.
Un sabio de la ciudad, Pedro Montserrat, dijo hace ya tiempo que las praderas naturales tenían una gran diversidad y un cierto equilibrio que había que dejar actuar. Por ejemplo angostándose en verano. No pasa nada. No hay que regar. Llegará el otoño y reaparecerán con toda su intensidad. Pero que político es el valiente de hacerle caso y permitir, OH DIOS MIO, a los turistas pincharse el culo con la pajitas secas cuando se sienten en los Glasis de la Ciudadela. Habría que educar de nuevo a la gente y decirle que no solo lo verde es bello.

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