Sobreviví a otro intenso Junio una vez más. Lo despido con cariño y con el ritmo pausado pero seguro de los caracoles, esos bichos que caen bien a casi todo el mundo (como las mariquitas) Algunos los quieren tanto que hasta se los comen... pobres. Me acuerdo cuando trabajé de pinche y uno de los platos del Parador era caracoles. Ellos intentaban huir de la cazuela que los iba a hervir hasta el último momento. A su paso lento, o al otro lento famoso de naturaleza el de las tortugas, se puede recorrer mucho camino.
viernes, 2 de julio de 2010
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1 comentario:
HAy caracoles fosilizados.
Magnífico ese caracol que transgrede la idea de árbol.
No nos podemos hacer a la idea, a veces, del azar visual.
Besos, Pi.
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