viernes, 15 de febrero de 2013

Solo apariencias

¿Cómo se puede parecer una excelente persona y luego, en la intimidad, ser un monstruo?
Siempre me he hecho esa pregunta ante tanto asesino de aspecto irreprochable, educadísimo y "formal".
Me acordaré siempre, de un testimonio emocionado de una madre, que llamó a un programa de radio en que trataban el tema de las apariencias.
Ella lo había sufrido con su hijo:
-Su hijo iba con una pandilla de chicos "malos". Esos que van de negro, con greñas y con pintas de cargarse al primero que pasase por delante... o de tomar todas las drogas que puedan conseguir... o de no coger un libro, más que para calzar una mesa...
Ella, a base de insistir, consiguió que dejaran de salir con esos chicos con "tan malas pintas".
Al poco, empezó a salir con una pandilla de chicos "bien". Estos sí, educadísimos, bien vestidos, según los cánones de la moda dominante y de buenas familias.
Pues, contaba esta señora, que los problemas que no había tenido antes con los zarapastrosos, comenzó a tenerlos ahora, casi sin enterarse...
Esos chicos, tan simpáticos y tan educados, hacían todas las pirulas posibles para no ir a clase, para aprobar sin estudiar, sin presentar los trabajos (los compraban)... y además habían metido a su hijo en la droga. Eso si, por la puerta grande: la cocaína.
Después de años en que su hijo se viera en ese brete, del que ella se sentía parte responsable, el chico volvió a ir con su pandilla de siempre: los roqueros zarapastrosos... Fueron estos los que le ayudaron en los peores momentos y no se apartaron de él, ni cuando le tocaba pasarlas canutas con los monos...

Las apariencias engañan.

 El corazón también. 

¿De quién se puede una fiar?
***

No hay comentarios: