Se quejaba el sabio despedido por los recortes en el presupuesto de investigación:
¿Puede haber alguien más desgraciado que yo?
Hasta que al mirar abajo donde acababa de tirar los mendrugos de pan para los gatos callejeros vio un hombre joven recogerlos y comerlos con hambre atrasada...
***
Parece un cuento.
Ha sido un cuento.
Pero también una realidad que acaba de pasar, ante mis ojos, esta mañana.
***
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario