Lleva ocurriendo lo mismo desde hace una semana. Cada tarde a eso de las seis llaman a la puerta. Soledad se levanta trabajosamente del sillón pero contenta de tener una visita inesperada y abre. Pero allí no hay nadie.
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La siguiente vez que llaman a la puerta Soledad esta convencida de que esta vez su misterioso amigo no se esfumará en el aire nada más abrir la puerta. De hecho se ha arreglado para la ocasión concienzudamente quitándose la pereza que, cada vez más, le da peinarse, lavarse o vestirse con algo que no sea la bata de casa. Se ha estirado el pelo húmedo en un moño mas alto que el habitual, ha sacado la falda recta y blusa que no se ponía desde en el bautizo de su nieto Chuan y por último se ha dado un toque de perfume en la cara anterior de cada muñeca. Ese olor la ha transportado automáticamente a su juventud. Como cada vez que se arreglaba para ir al baile del Casino...
Abre y tarda un momento en reaccionar ante la persona que se encuentra delante:
-¡Hola! Buenas tardes Soledad, que guapa estas esta tarde...
-... Aaah... Buenas, esperaba una visita.
-Perdona, tenía que haberte llamado para ver si te venía bien la visita de teleasistencia esta tarde. Bueno ya volveré otra tarde. ¿Te encuentras bien? ...
-Si, no es nada, quédese Pilar.
-¡No hombre!, ya volveré otra vez que este más sola..., acuérdese de llevar el medallón en casa que si no no sirve de nada este servicio. Hasta pronto Soledad.
Cuando la chica de Cruz Roja por fin se va, Soledad se sienta en su sillón agradeciendo que no le haya preguntado a quien esperaba. Ni ella misma lo sabe.
Cuando llaman de nuevo a la puerta y sin abrir aparece de repente su marido ante ella lo entiende todo:
-Vengo a llevarte conmigo- le dice con voz suave.
Al día siguiente la señora Encarna, que le limpiaba la casa, se la encontró sonriendo en su sillón, arreglada para su ultimo viaje.
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La siguiente vez que llaman a la puerta Soledad esta convencida de que esta vez su misterioso amigo no se esfumará en el aire nada más abrir la puerta. De hecho se ha arreglado para la ocasión concienzudamente quitándose la pereza que, cada vez más, le da peinarse, lavarse o vestirse con algo que no sea la bata de casa. Se ha estirado el pelo húmedo en un moño mas alto que el habitual, ha sacado la falda recta y blusa que no se ponía desde en el bautizo de su nieto Chuan y por último se ha dado un toque de perfume en la cara anterior de cada muñeca. Ese olor la ha transportado automáticamente a su juventud. Como cada vez que se arreglaba para ir al baile del Casino...
Abre y tarda un momento en reaccionar ante la persona que se encuentra delante:
-¡Hola! Buenas tardes Soledad, que guapa estas esta tarde...
-... Aaah... Buenas, esperaba una visita.
-Perdona, tenía que haberte llamado para ver si te venía bien la visita de teleasistencia esta tarde. Bueno ya volveré otra tarde. ¿Te encuentras bien? ...
-Si, no es nada, quédese Pilar.
-¡No hombre!, ya volveré otra vez que este más sola..., acuérdese de llevar el medallón en casa que si no no sirve de nada este servicio. Hasta pronto Soledad.
Cuando la chica de Cruz Roja por fin se va, Soledad se sienta en su sillón agradeciendo que no le haya preguntado a quien esperaba. Ni ella misma lo sabe.
Cuando llaman de nuevo a la puerta y sin abrir aparece de repente su marido ante ella lo entiende todo:
-Vengo a llevarte conmigo- le dice con voz suave.
Al día siguiente la señora Encarna, que le limpiaba la casa, se la encontró sonriendo en su sillón, arreglada para su ultimo viaje.
2 comentarios:
Qué quieres que te diga, la Universidad ahora mismo se la están cargando a marchas forzadas.
Y yo me ahogo entre tanta... ¿mierda? Lo siento por la palabra, no encuentro otra.
La impotencia me anula en todos los aspectos.
Extremo siempre son grandes:)
Y por otra parte, no pienso que haya que estudiar una carrera para ser alguien inteligente.
Conozco a demasiada gente que le sobra inteligencia por todas partes, pero no puede permitirse el pagar una carrera. Pero hablas con ellos y se nota que tienen cultura, que se interesan, que saben de lo que hablan.
EN cambio, conozco a otros muchos que son zopencos que están calentando una silla en la Universidad, porque cuando "papapaga" todo es muy fácil.
En fin, me deprimo y me enfado yo sola de pensar en ésto.
Espero que tus hijas no salgan del Opus, porque mis experiencias con esa gente... digamos que no han sido buenas.
Un beso y gracias por pasar!
El cuento me ha dejado con intriga :)
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