miércoles, 25 de marzo de 2009

Dormir en un diente de león









Ayer dormí
en la flor
de un diente de león
Que agusto se estaba
entre sus pétalos
amarillos sol
y sus estambres
que hacían cosquillas
en el corazón
No es amargo despertar
si te sigue quedando
esa sensación






Entre inflorescencias

***

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Las que sí son amargas son sus hojas, comestibles por otra parte y muy devotos en Francia de ellas, donde la mayor pluviometrís hace que ese amargor no sea tan acusado. Sopla Pi, los vilanos.

Sixty five.

Amparito dijo...

Pues yo, de niña, recogía sus hojas para una perdiz que tenía

Amparito dijo...

Pero ella nunca me contó si estabam amargas

Amparito dijo...

Ponía buena cara y, con el rabillo del ojo, me sonreía.

Amparito dijo...

Un día su jaula estaba vacía

Amparito dijo...

Ese día me fuí a la cama sin cenar

Amparito dijo...

Y este cuento tuvo el final feliz de todos los cuentos.

Amparito dijo...

(Al menos para algunos)

Amparito dijo...

Y eso es todo amigos

Amparito dijo...

Pues no.

Eso no ha sido todo amigos.

Comentando los recuerdos (yo tendría solo 6 o 7 añitos) de la perdiz que teníamos en la terraza (a raiz de un DVD de Felix Rodriguez de la Fuente de aves esteparias y perdices que veíamos con las niñas, no es que le haya contado nada de este cuento, libremé dios...) me dijo que en realidad se le había escapado un día que iba a darle de comer. Y al verse libre y a salvo, en un tejadillo cercano, abullonó todas las plumas en señal de alivio. (Y mi padre imitaba sus movimientos y sonidos...) Le ví contento recordando esa anepdota. Parecía más contento de que la perdiz macho hubiese escapado que si se la hubiese llegado a comer...
Así que, en este cuento, no comieron perdices pero si fueron felices.
Y otro día os cuento más que la convesación dió mas de si...
besos de perdiz encubando

Amparito dijo...

También me contó que en el pueblo de SantaCilia (donde nací y viví los primeros 5 años de mi vida)también teníamos perdices, esta vez en la falsa.
De allí también se escapó el macho ¿Serán más listos? Seguramente con más ansias de libertad y de independencia, si. Pues no se conformó con escaparse sino que, cada mañana, venía a llamar a las perdices hembra para que también ellas escaparan. Pero ellas solo acertaban a chocar contra la tela metálica donde estaban confinadas. Quizá, si hubiesen sido capaces de mirar mas arriba, hubieran podido ver el hueco del tejado por el que se escapó su compañero... pero no lo vieron.
Tambien me contó como las pillaba en pleno campo, pero eso lo dejo para mañana.

Amparito dijo...

Bueno, el único truco era cojerlas el primer día de lluvia. Se les mojaban las plumas y no sabían volar. Se quedaban agazapadas y era facil pillarlas. Al menos eso cuenta mi padre.
Hoy no llueve, afortunadamente para mis hijas que se han ido a hacer la excursión que tuvieron que aplazar por la nevada: A Oroel por Baros. Que les vaya bonito.