viernes, 10 de abril de 2009

La otra abuela y su cuento


"La carretilla y el petirrojo" por amatxi



Erase una vez un lugar del valle de Baztán, donde existe una casita llamada Iturritxoko.

En el jardín de Iturritxoko pasan cosas muy especiales.
¿Sabíais que en otoño aparecen unos pajaritos con el pecho de color rojo y vuelan sobre los arbustos de los campos y los montes?
Pues bien: este es un cuento que sucedió a uno de esos pajarillos que por tener en el pecho plumas rojas se llaman petirrojos. Peti que quiere decir pecho y rojo porque es el color de las plumas que lo abrigan.

Un día de noviembre, un petirrojo que pasaba volando por Iturritxoko tenía una sed terrible, pues venía de muy lejos volando y volando para llegar a unos matorrales donde abrigarse mientras fuera invierno. De repente se fijó en unos palitos que sostenían un cuenco y con su buena vista pudo darse cuenta de que en el cuenco había algo líquido y pensó: voy a acercarme a esos palitos, a ver si lo que hay en el cuenco es agua.

Fue una suerte para él porque lo que encontró fue agua dentro del cuenco. Entonces, una vez que se pudo apoyar en el borde, empezó a beber muy despacito, porque se acordó de que su mamá le enseñó que cuando se tiene muchísima sed es mejor beber despacio para no atragantarse.

El agua le gustó muchísimo y poco a poco se la bebió toda. Luego bajó al suelo y pudo ver un precioso arbusto lleno de frutos rojos y decidió que iba a dormir dentro de sus ramas, mientras se alimentaba a todo placer.

Tan cansado estaba del larguísimo vuelo, que se quedó varios días en aquel jardín, porque allí se alimentaba estupendamente.

Lo que no podía saber Petirrojo era que en la casita vivía una familia y que en esa familia había un niño llamado Jon y una niña llamada Malen.

Cuando a la mañana de un sábado sacó su cabecita de las plumas para despertarse, vio con el ojo derecho una carretilla llena de hierbas secas; y ahora viene lo mejor:
El niño de la casa iba con su aitá a llevar la carretilla hacia un sitio debajo de los manzanos y ¿sabéis cómo apareció después la carretilla? Pues sin nada de hierba y con el niño montado tan contento y sonriente.

Al rato el pajarito vio que llenaban la carretilla otra vez de hierba y la dejaban en el jardín. Llegó la noche y petirrojo entró en el arbusto de los frutos rojos y durmió con la cabeza guardada en el ala. Cuando llegó el amanecer se dio cuanta de que seguía la carretilla en aquel sitio y esperó a que saliera el niño con su aitá, pero que . Salió solamente el aitá. Entonces Petirrojo que era listísimo se puso a revolotear buscando al niño, y se paró en una ventana entreabierta desde la que vio a Jon dormidito en su cama. Entonces hizo toc-toc con su pico y el niño se despertó pensando en quién había hecho toc-toc. De repente vio a Petirrojo que le miraba y se vistió rápidamente, para desayunar pronto pronto y salir a ver al simpático pajarillo

Fijaros lo especial que era este pajarillo que ni se asustó ni se puso a volar cuando Jon se acercó a él.

Como Jon notó que su aitá había bajado la carretilla, bajó a prisa los manzanos y llegó a tiempo de subir montado, como otros días. Petirrojo, supercontento de tener un amigo en aquel jardín, volaba arriba y abajo mientras Agus tiraba de la carretilla con su hijo montado en ella.

¿Te imaginas cómo acaba este cuento? Pues tiene un final especial. Petirrojo decidió quedarse el invierno en aquel jardín y jugaba cada día a revolotear cuando Jon salía. Jon le preparaba cada mañana agua en el cuenco que colgaba de los palitos, y pasaron unos ratos muy felices hasta que llegó la primavera y Petirrojo fue volando hacia su país del norte. El día que salió a su largo viaje, Jon entendió cuando piaba que le decía: Hasta el otoño que viene, amigo. . .

Y colorin colorado este cuento se ha acabado



Cuentos de Jon, y Malen. Amatxi otoño de 2008, en la habitación 208


Tengo que contarle a mi suegra, autora de este cuento, que uno de los fines de semana que pasamos en Iturritxoko el petirrojo se coló dentro de la casa. Las niñas estaban emocionadas viendo un pajarillo tan de cerca y tan bonito. Pero el no acertaba a dar con la ventana y se estaba estresando. Así que lo dejamos tranquilo y no hubo que utilizar la técnica de cazar murciélagos desorientados ni nada. El solo acabó encontrando la salida (justo por la puerta de balcón que aparece abierta en la foto). Me alegro.

4 comentarios:

nurimoon dijo...

Que hermoso cuento, me he imaginado perfectamente al pelitorrojo volando y despertando al niño.

Disculpa que he andado bastante ocupada y he dejado pocos comentarios por aqui, pero de vez en cuando paso y siempre me encuentro con hermosos relatos.

saludos desde México.

nurimoon dijo...

Jajaja puse pelitorrojo y es petirrojo ando medio dislexica para escribir. ups!!!

fag dijo...

qué paz...
la foto, el cuento, tus letras...
qué p a z . . .

:)

un beso grande

Amparito dijo...

Gracias a vosotros