martes, 27 de octubre de 2009

Abriendose entre sus propias espinas


No puedo decir que no me lo hubieran advertido. En la escuela de padres a la que asistí, incluso antes de tener hijos, estando embarazada, lo decían siempre:
"-Ya vereis, ya vereis cuando lleguen a la adolescencia.... ¡Es lo peor!"
Y yo no les quería creer. Que podía ser peor que oír el angustioso llanto de un bebé o estar todo el día cambiando pañales o estar agachada hasta que aprende a andar o salir luego corriendo detrás de ellos para que no los atropelle un coche...
Cuando sean mayores, pensaba yo, se revelarán porque es lo que les toca pero no pasa nada. Yo también lo hice y lo entenderé. Me afirmaba a mi misma con rotundidad...
Pero va a ser que no. Y pronto empezamos además. No sabía que unas simples palabra dichas por mi hija podían poner en movimiento todos mis cimientos (que yo creía tan solidos y bien establecidos) Son como cargas de profundidad. Van a dar justito donde más duelen. Y yo eso de poner cara de póquer y tener paciencia son dos cosas que todavía no he aprendido ha hacer. Pero la vida, es lo que tiene, te empuja a aprender siempre algo nuevo. Contradictorio, a veces, con lo recientemente aprendido. Pero no queda más remedio o aprendemos o morimos (en vida que es la peor de las muertes)

1 comentario:

cristal00k dijo...

Bueno, si te sirve de consuelo...¡que va a ser que no! te diré que la adolescencia también pasa. Deja sus secuelas pero pasa. Y por otra parte, los padres, los de antes y los de ahora... nunca acertamos del todo, pero los hijos tampoco.
Eso sí, ellos, nunca van a poder ponerse en nuestro lugar... como nosotros en el suyo. Ya sabes, el fue cocinero antes que fraile.. lo que pasa en la cocina... ya lo sabe.
Paciencia Amparito, muuuucha paciencia.

Besossss.