domingo, 22 de noviembre de 2009

Ceroldas


Así las he oído llamar toda la vida a estas pequeñas frutas, que si pudieran, con esas dos hojas, se echarían a volar... a algún lugar que las apreciaran más y no las dejaran morir en el árbol sin recolectar. Como tantas otras cosas que estamos perdiendo y que puede que nunca podamos volver a recuperar por mucho que estemos haciendo bancos de semillas aquí y allá. El último en un lugar entre el hielo que se supone que mantendría las semillas aun en un posible cataclismo de la humanidad... Pero y si el cataclismo es que nos quedamos sin hielo. Los glaciales del Pirineo están desapareciendo ante nuestros ojos. En el corto transcurso que es una vida de humano. Habrá que ponerse manos a la obra para pararlo ¿no creéis?
Volviendo a la ceroldas, me las han dado de un pueblecito de por aquí: Larués. No las quiere nadie. Supongo que una fruta que hay que esperar a que parezca podrida para disfrutarla no es muy comercializable. Pero les pasa lo mismo con las manzanas esquisitas que tienen: no dan el tamaño por lo visto. Y las almendras no les sale a cuenta recogerlas para lo que les pagan en la cooperativa por ellas. Aquí ahí un problema muy grave que están denunciando los agricultores. Ellos tienen que vivir dignamente de su trabajo o lo dejarán, es así de duro. Pero con ellos se irá todo un modo de entender la tierra, la naturaleza y la vida. No nos podemos permitir ese "lujo".

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